mardi 7 septembre 2010

El Angel de la bicicleta -Leon Gieco / Luis Guverich

El 19 de diciembre de 2001, la ciudad de Rosario se quedó sin el Ángel de la Bicicleta. Claudio “Pocho” Lepratti, de 35 años de edad, quien supo hacer del compromiso y la solidaridad una forma de vida, cayó asesinado por la policía, fusilado de un tiro que le reventó la tráquea, efectuado con un perdigón de plomo de una escopeta calibre 12,70, disparado por el policía Esteban Velásquez a siete metros de distancia.

Pocho, parado sobre el techo de la escuela donde preparaba la comida para los alumnos, intentó frenar la represión desmedida contra la gente. Gritó a un patrullero que se dirigía a la multitud disparando tiros al aire, y el vehículo policial dio la vuelta. Los oficiales se bajaron apuntando sus armas a Pocho, quien gritó:

-¡Bajen las armas! Acá sólo hay pibes comiendo.

El disparo lo arrojó hacia atrás y su cuerpo se desplomó sobre el techo de chapa.



El Angel de la bicicleta -Leon Gieco

Cambiamos ojos por cielo
Sus palabras tan dulces, tan claras 
Cambiamos por truenos 
Sacamos cuerpo, pusimos alas 

Y ahora vemos una bicicleta alada, que viaja 
Por las esquinas del barrio, por calles 
Por las paredes del baño y cárceles 
Bajen las armas!! Que aquí solo hay pibes comiendo. 

Cambiamos fe por lágrimas 
Con qué libro se educó esta bestia 
Con saña y sin alma 
Dejamos ir a un ángel 
Y nos queda esta mierda 
Que nos mata sin importarle de donde venimos 
Que hacemos, qué pensamos 
Si somos obreros, curas o médicos 
Bajen las armas!! Que aquí solo hay pibes comiendo. 

Cambiamos buenas por malas 
Y al ángel de la bicicleta 
Lo hicimos de lata 
Felicidad por llanto 
Ni la vida ni la muerte se rinden 
Con cunas y cruces 
Voy a cubrir tu lucha más que con flores 
Voy a cuidar tu bondad más que con plegarias 
Bajen las armas!! Que aquí solo hay pibes comiendo.

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